La edad epigenética no es inalterable.
Una pre publicación publicada en bioRxiv ha demostrado que los relojes de envejecimiento de segunda generación PhenoAge, DunedinPACE y GrimAge muestran un incremento reversible de la aceleración de la edad en ratones y personas expuestas a un estrés significante.
Para qué son los relojes.
Relojes Epigenéticos – ¿Qué son?
Un reloj epigenético es una prueba bioquímica que usa los niveles de metilación del ADN y acumulación de grupos metilo en ADN para determinar la edad biológica. Hay muchas clases distintas de reloj, y estos relojes suelen considerarse el mejor ejemplo de biomarcadores del envejecimiento. Están siendo examinados por investigadores como herramientas potenciales para descubrir los mecanismos del envejecimiento, como biomarcadores para intervenciones contra el envejecimiento ,y como predictores de riesgo de morbosidad o muerte en pacientes.
Como nos recuerdan los investigadores, los relojes epigenéticos miden “tu edad” en un contexto muy específico. Dos de los relojes usados para probar en humanos en este estudio, PhenoAge y GrimAge, se centran en la mortalidad: es decir, si alguien tiene un GrimAge de 60, el reloj esta diciendo que esta persona tiene las mismas posibilidades de morir de causas relacionadas al envejecimiento que la persona de 60 años media. DunedinPACE es similar, centrándose en la aceleración de edad y el ritmo de envejecimiento. Este reloj en particular fue presentado en la conferencia para acabar con las enfermedades asociadas a la edad del año pasado.
En este informe, los investigadores muestran que estos biomarcadores de subida de mortalidad ascienden con ciertos tipos de estrés pero vuelven a su nivel original una vez ha pasado el estrés.
Parabiosis heterocrónica, revisada
Es bien sabido en el ámbito de la longevidad que la parabiosis heterocrónica, la unión de sistemas circulatorios de animales viejos y jóvenes, lleva a la reversión de múltiples aspectos del envejecimiento en el animal mayor. Por otra parte, también causa estrés en el cuerpo del animal más joven.
Los investigadores unieron ratones de 3 meses con ratones de 20 meses, con un grupo de control de ratones de 3 meses unidos entre si de la misma manera, y luego les dejaron recuperarse durante dos meses. El hígado, que filtra la sangre, fue elegido como el órgano a usar para la prueba, y los investigadores usaron 6 relojes distintos, incluyendo relojes de pan-tejido y relojes específicamente ligados al hígado.
Ambos grupos sufrieron estrés epigenético por el procedimiento en si, sin embargo, como muestra su recuperación tras el procedimiento, el grupo heterocrónico incrementó considerablemente su edad biológica, la cual volvió a la normalidad tras el periodo de recuperación. Estos resultados dejan claro que el ratón joven envejeció de forma cuantificable pero reversible.
Los humanos envejecen por algunos tipos de estrés, pero no otros.
Los investigadores comprobaron la metilación de personas mayores sometiéndose a cirugía en tres momentos: inmediatamente antes, la mañana siguiente, y entre cuatro y siete días después antes de ser dados de alta en el hospital. Un grupo de cirugía de cadera urgente tenía 9 personas, un grupo de cirugía de cadera opcional tenía 10, y un grupo de cirugía opcional de colon y recto tenía 11.
En el grupo de cirugía urgente, el envejecimiento biológico se incrementó en casi todos los pacientes y luego disminuyó tras la cirugía, según los tres relojes humanos. Hubo excepciones; en particular, una persona tuvo una aceleración de edad muy superior a la de los otros que se mantuvo tras la cirugía. Aun así, los resultados son significativos.
Sin embargo, esto no ocurrió en el grupo de cirugía de cadera opcional, y la cirugía de colon, la cual causa mucho menos estrés físico que la de cadera, no tuvo ningún efecto apreciable en el envejecimiento según estos relojes. Por tanto, los investigadores concluyen que solo un trauma físico a gran escala puede hacer que este estrés afecte a los relojes epigenéticos.
Los investigadores también probaron dos causas de gran estrés bien conocidas, la infección de COVID-19 y el embarazo. En el caso del COVID-19, la edad de los pacientes ya se había acelerado antes de ser admitidos en la UCI; por tanto, los investigadores esperaban ver una disminución en el envejecimiento según múltiples relojes.
Los resultados fueron muy interesantes: las mujeres, pero no los hombres, mostraron una disminución de edad epigenética durante su recuperación, particularmente tras ser dadas de alta en la UCI. Los investigadores también analizaron los efectos de tres intervenciones comunes en el momento en el que se realizó el estudio: hidroxicloroquina, remdesivir y tocilizumab. Los primeros dos no mostraron ninguna conexión significativa con la edad biológica, pero los pacientes que tomaron tocilizumab eran más jóvenes tras ser dados de alta, según los tres relojes.
Los investigadores también analizaron los datos longitudinales de múltiples estudios del embarazo en varios grupos demográficos. Los relojes de primera generación no mostraron estos resultados, pero los de segunda generación mostraron que las madres humanas envejecen gradualmente durante el embarazo antes de recuperar su edad biológica tras el parto.
Conclusión.
La mayor preocupación en potencia es, probablemente, lo que constituye el envejecimiento biológico. Si algo puede ser, y es, revertido como resultado de un proceso biológico normal, ¿es eso realmente envejecer? Los investigadores mantienen que la edad biológica, aunque normalmente aumente de forma gradual, fluctúa naturalmente de esta forma. Por tanto, estos relojes informan de cambios biológicos que constituyen un envejecimiento epigenético real, el cual tiene consecuencias biológicas descendentes.
Si ese es el caso, podría ser posible desarrollar intervenciones que hagan uso de la maleabilidad inherente de las fluctuaciones a corto plazo del envejecimiento epigenético, manteniéndolas bajas por largos periodos de tiempo, ralentizando o incluso revirtiendo otros múltiples aspectos del envejecimiento.
Fuente:lifespan.io (05-2022)
Traducido por: Alejandro Santana de San Ramón, colaborador de la Fundación Longenia.