Durante un desfile militar en Pekín, una conversación captada por micrófonos reveló que Vladimir Putin y Xi Jinping discutieron sobre la posibilidad de prolongar la vida hasta los 150 años e incluso alcanzar la inmortalidad gracias a avances médicos como los trasplantes de órganos.
Este episodio pone sobre la mesa un dilema ético: ¿pueden las élites políticas y económicas, muchas veces autocráticas, acaparar, con fondos públicos y participación de empresas privadas, los tratamientos más avanzados mientras gran parte de la población mundial carece de acceso a servicios básicos de salud?
En la Fundación Longenia creemos que cada avance biomédico, desde terapias celulares hasta tecnologías de regeneración y medicina preventiva, debe estar al servicio de todas las personas, no de unos pocos privilegiados. Nuestra misión es clara: trabajar para que la extensión de la vida saludable sea un derecho universal, accesible y asequible, especialmente en el proceso de envejecimiento.
Porque la longevidad no puede ser un privilegio. La longevidad, la salud en general, deben ser un bien común.
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